A pocas horas de la ascendencia a la presidencia del Poder Ejecutivo por parte de Porfirio Lobo Sosa, recordé que de las últimas veces que revisé a Alfonso Guillén Zelaya pues uno de sus ensayos era dedicado a los gobernantes o servidores públicos del Estado. Tiene por nombre "Condiciones esenciales de buen gobierno".
Los catrachos estamos expectantes del 27 de Enero, ¿Qué pasará en Tegucigolpe? , el "hombre" recibe a una sociedad dividida, las finanzas en rojo (pues hasta descaradamente sacan nuestro dinero en carretillas de supermercado), un nuevo ideal politico nace (La Resistencia) y al parecer han llegado personajes al Congrezoo Nacional con mensajes de algún cambio para bien de la mayoria - al menos eso les escuché el sábado 23 en medio de un ir y venir de platos de comida - y un "verdadero" combate a la delincuencia común, porque la de "cuello blanco" y narcotráfico Dios nos guarde!
Aquí les dejo el texto completo del escritor olanchano para el adoptado olanchano Pepe Lobo:
Estas falsas democracias que en un siglo de pugilato permanente no han aprendido todavía a ser libres, tienen entre sus muchos errores, el de no haber sabido escoger sus hombres en las grandes crisis de su historia. El mérito positivo, la honradez, el talento y la experiencia que son factores capitales para enfrentar y resolver los problemas de la nación, no fueron siempre los que se tomaron en cuenta, sino otros que no respondían a las necesidades de la República, ni a los imperativos del momento histórico.
El caso no es solo nuestro; su radio se extiende a la mayor parte de las naciones del continente, que rinden homenaje todavía al cacique y al ídolo político, productos naturales de nuestro medio convulsivo y esporádico. En tales ambientes, la audacia y lo imprevisto han jugado papel casi permanente, y los acontecimientos y el destino mismo de estos pueblos, han sido influenciados fatalmente por aquellas casusas generatrices.
Los países de vida organizada no proceden así; ellos escogen a sus mas altos y legítimos representativos, después de un estudio sereno y comprensivo de sus antecedentes. Es decir, teniendo el firme propósito de llegar a un efecto deseado para el bien del procomún, preparan primero la causa, mediante la escogencia de un autentico exponente honroso de la nación.
Pero en todo caso, tanto en los países organizados como en los que llevan vida bochinchera, siempre se ha creído, y así lo confirman las enseñanzas de la historia, que los hombres que fueron fuertes, inteligentes y honrados, solucionaron situaciones muy difíciles en el ejercicio del gobierno, salvaron los destinos de su patria y se conquistaron un nombre inmortal en las paginas de la historia.
Energía, inteligencia y honradez, son las condiciones primordiales de todo buen gobierno. Pero tales condiciones deben ser de aplicación simultanea; ellas constituyen un triangulo equilátero como símbolo de la felicidad nacional. Prescindir con intención o sin ella de cualquiera de dichos factores, equivale a menguar la eficacia material y moral de dicho simbolismo y por consiguiente, a disminuir la integridad y prestigio del gobierno.
Seamos mas claros. La energía sola, no resuelve ninguna situación difícil, si no la asiste la inteligencia y la hombría de bien; así aislada seria genitora de toda clase de errores y de males. La honradez, es igualmente estéril para el bien y fecunda para el mal, si no la acompañan la inteligencia y energía. Y la inteligencia de cualquier gobernante será siempre una cualidad negativa, si la energía y la honradez no le prestan su indispensable cooperación.
El gobernante que reúna las tres condiciones enumeradas, dará a la República buena suma de felicidad. La historia de Honduras nos señala de medio siglo para acá, entre los gobernantes fallecidos, los nombres ilustres de Marco Aurelio Soto y Policarpo Bonilla que reunieron en lógica armonía aquellas tres grandes cualidades. El primero hizo una administración sabia y fecunda; y el segundo, aunque no logró hacer tanto por los compromisos de su gobierno con una revolución sangrienta y dilatada, entregó el poder en paz y dentro de la ley, y legó ala nación por este sólo hecho, un capital de felicidad y de progreso. La historia nos presenta también el caso del general López Gutiérrez, que siendo de una honradez notoria en la nación, pero carente de las otras condiciones, fue un fracaso completo y una hecatombe pavorosa que todavía deploramos.
Energía, inteligencia y honradez, debían ser, en el dinamismo de nuestra vida política social, los tres factores ineludibles. Los pueblos deben exigirlos en aquellos que can a ser sus gobernantes; éstos no deben descuidarlos en quienes han de ser sus funcionarios; y toda la jerarquía de la administración pública, debiera estar sujeta a la misma pauta de salvación nacional.